Photo: Shawn Robertson

Julio Rivera

Julio Hernaldo Rivera Guardado es uno de los fundadores de la iniciativa colaborativa Memoria Histórica Sobreviviente en El Salvador de la Posguerra  y  fue secretario de la Junta Directiva de la Asociación Sumpul durante dos períodos. Nació en El Picacho, La Laguna, Municipio de Las Vueltas, Chalatenango, El Salvador. Actualmente, vive en Nueva Trinidad, Chalatenango, desde marzo de 1991. Está casado y tiene un hijo. Es sobreviviente de las masacres de El Rosario, La Laguna y el río Sumpul. Durante la guerra, 20 personas de su familia fueron asesinadas. Sobrevivió a la guerra huyendo de un lugar a otro debido a la constante persecución por parte del Ejército del Gobierno. Una vez que pudo establecerse en un lugar, colaboró en el área de suministros de la guerrilla. Después de que su familia fue asesinada, salió del país para refugiarse en el campamento de refugio de Mesa Grande, en Honduras. En marzo de 1991, regresó a El Salvador para establecerse en Nueva Trinidad. 

Una vez reubicado, su primera misión fue como miembro de un comité de derechos humanos para exigir el respeto de los derechos de las/los sobrevivientes y desenmascarar todos los abusos cometidos por el Ejército del Gobierno de El Salvador. Desde 1991 ha servido en la parroquia de la Iglesia Católica en diferentes áreas: como coordinador juvenil, como catequista (preparando para los distintos sacramentos), como delegado de la palabra de Dios, como coordinador de liturgia parroquial (durante seis años), como miembro del consejo parroquial y, actualmente, como miembro del equipo parroquial de la pastoral familiar, trabajando en la formación espiritual. 

Desde 2012, ha trabajado en la memoria histórica como miembro del Comité de Sobrevivientes, que años después se convirtió en la Asociación Sumpul, de la cual fue miembro fundador de la Junta Directiva. Rivera ha trabajado en el Centro Cultural Comunitario Nueva Trinidad, sirviendo a niñas, niños, adolescentes y jóvenes desde 1997. A partir del año 2000, ha estado al servicio de los personas adultas mayores de su comunidad (de 60 años y más), brindándoles apoyo moral, atención y alimentos, gracias al apoyo de una parroquia hermana en los Estados Unidos.

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